sábado, 29 de mayo de 2010

TIEMPO LIBRE

“Tiempo libre”, en realidad hay muchas cosas pendientes, pero no urgentes y otras sin ánimo ni voluntad de llevarlas a cabo.
Decimos, libre del trabajo “cotidiano, rutinario, persistente” en fin, tampoco a veces está el deseo de hacer muchas cosas en este tiempo libre.
Necesitamos ese ser querido con el que compartimos largas charlas, debates y por qué no contradicciones y diferencias de opinión.
Algunos están rodeados de gente y tampoco disfrutan el tiempo libre, otros deben adaptarse a estar solos, mas no sentirse en soledad.
Equilibrar la dificultad de disfrutar el tiempo libre, como a la vez el sentimiento de pesar de no depender de nadie ni tener a nadie en forma permanente para atender, cuidar y estar pendiente de él o ella.
No cuestionarnos qué debemos hacer, tampoco estar permanentemente buscando actividades, salidas, esparcimiento y obligaciones.
Dice ARISTOTELES: cuando no está obligado a trabajar, el ser humano se encuentra con su naturaleza verdadera, no alienada, y allí surgen su creatividad y su espíritu en plenitud.
Tomás Moro, en su ya conocida Utopía, consideraba que seis horas diarias de trabajo alcanzan para atender las necesidades reales de la existencia.

Nos resistimos a disfrutar ese don que DIOS nos ha dado cual es la contemplación de la naturaleza, del inmenso e inconmensurable poder de la belleza por EL creada, y que está en las pequeñas cosas que nos rodean, en lo invalorable de nuestro existir, en lo vital de nuestro potencial como seres pensantes y a la vez espirituales.
Como criaturas dispuestas a redescubrir sonidos en una melodía, palabras en una lectura, el descanso, la contemplación de un cuadro y hasta de una fotografía de lugares compartidos. El ser antes que el tener.
El encuentro con seres queridos, el dedicarle nuestro tiempo libre a otros seres que comparten otras inquietudes, que nos necesitan y en esa necesidad, muchas veces mutua, nos hacen sentir que tocamos el cielo con las manos.
No temamos al ocio, al tiempo libre, a veces el estar tan ocupados no nos deja pensar en lo importante y trascendental de la existencia, en valorar en la pequeñez de lo que nos rodea la grandeza de lo significativo, de todo lo creado.
Es tiempo de encontrarnos con nosotros mismos, en nuestra casa, rodeados de los objetos que con seguridad tiene un simbolismo y un valor que tal vez no apreciamos, sobre todo si han pertenecido a seres queridos, si nos recuerdan momentos y hechos de nuestra historia de vida, difíciles de borrar.

No confundir ocio con pereza, improductividad con haraganería, abandono con dejadez.
No caigamos en la tentación y deseo compulsivo frente a tanta
“oferta “de bienes materiales, títulos, halagos y vanagloria, que sólo conducen al vacío existencial unido a la insatisfacción y a la soledad afectiva.
Descubrir el ser trascendente, encontrarse con uno mismo, brindarse al prójimo y a DIOS, son estados vivenciales sólo cuando miramos hacia nuestra interioridad, explorando nuestro camino existencial de sentido y significado.
QUE EL ARBOL DE LO TEMPORAL NO TAPE EL BOSQUE DE LO ESENCIAL.
Carmen

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